Hace casi treinta años, tuve la suerte de participar, en calidad de ingeniero de procesos, en el primer grupo de trabajo de Repsol para la reducción de consumos y mermas en sus refinerías. La reunión de lanzamiento se realizó en 1992 en Bilbao con el objetivo de disminuir el consumo de energía y las pérdidas de producto en los procesos de refino. 

Para una compañía petrolífera aproximadamente el 60 % de sus costes operativos son energéticos, así que se trataba de un proyecto de importancia estratégica. 

Entonces todavía no era tan habitual el concepto de eficiencia energética pero sí la idea de que el futuro está en utilizar mejor los recursos de los que disponemos

Hoy, la ciudadanía, los políticos y las empresas están asumiendo esta idea como la piedra angular de la transición energética necesaria para reducir las emisiones de CO2 y equilibrar nuestra relación con el planeta. Nuestro sector empezó  en los noventa y ha seguido evolucionando desde entonces.  

Un esfuerzo por evolucionar que se traduce en hechos y datos

En tres décadas, toda la sociedad ha cambiado muchísimo. En España, el detonante fue 1992, con sus Olimpiadas de Barcelona y su Expo de Sevilla. Estos dos hitos impulsaron transformaciones radicales en el país, que entró en un siglo XXI de comunicación, tecnologías y muchísima más conciencia de la huella del ser humano sobre el planeta. 

Tecnológicamente, el sector del refino español también ha evolucionado muchísimo en este período. Un ejemplo claro: el contenido de azufre de los carburantes ha pasado de 2000 a 10 partes por millón en veinte años

Se ha conseguido mediante el esfuerzo de todo el sector por invertir en innovación e instalaciones (más de 27000 millones de euros en veinticinco años); y también de asimilación de la creciente preocupación ambiental: el grupo de Reducción de Consumo y Mermas iniciado en los noventa pasó años después a llamarse “Eficiencia Energética” y en 2010 “Reducción de Emisiones de CO2”.  

No todas las palabras han cambiado: la gasolina sigue siendo gasolina y el gasoil/diésel conserva sus dos nombres. El producto, sin embargo, es completamente distinto. Lo que hoy repostan los automóviles nada tiene que ver con lo que repostaban hace veinticinco años en cuanto a características ambientales. Ni tampoco tienen nada que ver los vehículos en términos de seguridad, eficiencia energética y emisiones. 

Quizá no hemos innovado tanto en nuestra forma de relacionarnos con la sociedad como lo hemos hecho en nuestros productos. Como sector, hemos dado pasos, eso sí: desde una industria  reservada hasta hacer jornadas de puertas abiertas en las refinerías; de no dar importancia a la comunicación a explicar públicamente nuestros logros y nuestros planes.

La importancia de dar a conocer lo que hacemos

Aún nos cuesta dar a conocer externamente lo que hacemos internamente. Estamos muy concentrados en lo que hacemos. Y eso debe seguir siendo nuestra prioridad, claro está. Pero lo que decimos también es importante. Vivimos en un mundo que se comunica con mayor intensidad y rapidez que nunca y que ha puesto como prioridad global la lucha contra el cambio climático, un fenómeno que nadie puede negar con los datos científicos en la mano. 

El sector del refino y la distribución solo ha mostrado la punta del iceberg de lo que es y lo que hace. Nos hemos ido transformando sin pararnos lo suficiente a contarlo, quizá dando por supuesto que nuestra contribución al desarrollo de este país —a su economía y al bienestar de los ciudadanos— es de sobra conocida, así como nuestros esfuerzos para descarbonizar nuestros procesos industriales y los productos que ponemos en el mercado. 

Pero ya hace tiempo que somos conscientes de que ni nuestra aportación a la sociedad ni nuestro esfuerzo medioambiental han llegado a la ciudadanía en la medida que creíamos. Por eso desde AOP nos hemos propuesto remediarlo poniéndonos manos a la obra para tener un papel relevante en la transición energética de nuestro país. 

El reto del cambio climático

Las movilizaciones en todo el mundo, la enorme preocupación global por el cambio climático y las declaraciones públicas de los últimos tiempos han dejado clara la desconexión entre nuestro día a día y la percepción generalizada. 

A menudo se ha presentado al petróleo como  el enemigo, sin contar con lo mucho que esta industria ha contribuido y puede seguir contribuyendo en esta causa común. No hay sector ni institución que pueda escapar al reto del cambio climático. No se trata de si debemos o no participar en la transición energética. Se trata de cómo vamos a contribuir todos a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Estrategia para la  Evolución hacia los Ecocombustibles

En octubre de 2019 presentamos ya la propuesta tecnológica de AOP para disminuir las emisiones de CO2 del sector del refino y la distribución: la Estrategia  para la Evolución hacia los Ecombustibles. 

Se trata de un paso más para esta industria: el reto es producir combustibles líquidos bajos en carbono  introduciendo cambios en nuestras refinerías para fabricarlos de forma sostenible. El objetivo es reducir un 90 % las emisiones de CO2 de la industria y un 80 % la intensidad de emisiones

Así es cómo queremos  participar en la transición energética

No solo se trata de propuestas tecnológicas. Queremos hablar, explicar nuestras alternativas y dar a conocer nuestras capacidades. Esta es una prioridad dentro de la asociación: en sus estatutos, en su actividad diaria, en su comunicación y en sus acciones de divulgación 

La postura de AOP y de sus socios es firme: estamos aquí para aportar propuestas rigurosas y factibles que permitan luchar contra el cambio climático sin sacrificar el bienestar y el desarrollo de la sociedad

Tenemos en nuestro haber un siglo de avances tecnológicos y una propuesta de futuro que se basa en la investigación, la innovación y la inversión tecnológica. Y sentimos este posicionamiento público como una exigencia de la sociedad. Estamos respondiendo desde el rigor, como fruto de un trabajo iniciado hace años y acelerado a partir de 2017.

Hace veinte años no se nos hubiera ocurrido que el grupo de reducción de consumo y mermas iba a cambiar dos veces de nombre y se iba a llamar reducción de emisiones. Ni sabíamos tampoco el enorme salto tecnológico que íbamos a dar, aunque lo deseábamos. 

¿Cómo imaginarnos dónde estaremos en 2050 o las soluciones que la ciencia puede aportarnos? No podemos hacerlo, pero sí podemos concentrarnos en las aportaciones que podemos hacer hoy, mañana, a lo largo de los próximos diez años. El reto es tan inmenso que ninguna tecnología puede conseguirlo por sí sola  y por eso todos debemos ser parte de la solución.