Hace ya décadas que se viene hablando de ello, pero es en el momento actual que el debate en torno a la contaminación atmosférica y el cambio climático se ha colocado en el primer plano de la actualidad (y de las agendas gubernamentales). Asimismo, se detecta una sensibilización y preocupación crecientes entre la población, algo que debe ser percibido como muy positivo, puesto que éste representa un desafío enorme para la sociedad.
La primera aclaración que habría que hacer es que no es lo mismo contaminación que cambio climático: las emisiones de contaminantes atmosféricos, fundamentalmente NOx y partículas, afectan a la calidad del aire en los entornos locales donde dichas emisiones se producen. Por el contrario, las emisiones de CO2, que provocan el calentamiento global o cambio climático, tienen un impacto global independientemente de donde se produzcan.
En España se ha declarado ya el estado de emergencia climática (como en más de 80 países del mundo), aunque ello no deja de ser un acto simbólico sobre el que todavía queda mucho por definir. Y es que se trata de un problema global y complejo que demanda respuestas de la misma naturaleza, y de las que participen todos los implicados desde una imprescindible colaboración entre empresas e instituciones.
Sobre este debate global de la contaminación y el cambio climático desde AOP se lleva mucho tiempo reflexionando. Ello con una lógica preocupación sobre las medidas que hayan de adoptarse y cómo han de afectar a nuestro sector.
Compromiso firme de la industria del refino
Es importante recalcar que la industria del refino y la distribución de productos petrolíferos está ya actuando activamente ante este problema, y su compromiso es firme para seguir luchando contra el cambio climático y aportando soluciones (esencialmente de naturaleza tecnológica y de eficiencia energética) que permitan reducir las emisiones contaminantes, además de fomentar el desarrollo industrial, tecnológico y social del país.
Nuestra vocación irrenunciable es seguir por este mismo camino, porque creemos en una economía baja en carbono y económicamente sostenible. Pero como digo, es un problema complejo. Se ha situado mucho el foco sobre la reducción de emisiones de CO2 en los medios de transporte que emplean diésel y gasolina, con propuestas que marcan plazos para la sustitución de estos vehículos por otros eléctricos o híbridos. Pero no se puede dejar de mirar la realidad y lo que esa población sensibilizada a la que se aludía antes está realmente demandando.
En la “Encuesta al consumidor sobre opciones de movilidad futura” llevada a cabo el pasado mes de septiembre por la empresa demoscópica independiente Opinium (con 1.000 personas entrevistadas en España y 10.000 en toda la Unión Europea), se arrojan algunos datos significativos.
En España, donde la dependencia de los coches es mayor que en la media europea, la gran mayoría de propietarios tienen coches de combustión, tanto diésel (54%) como gasolina (46%), y solamente un 1% tiene un coche eléctrico. Además, el 84% de los entrevistados usan el coche habitualmente (más de la mitad a diario). Y no parece que sea un patrón que vaya a cambiar demasiado en los próximos años. Estos ciudadanos, que no dejan de estar concienciados con la contaminación y el cambio climático, quieren seguir teniendo el derecho a elegir el tipo de coche que compren, siempre y cuando cumpla con el límite de emisiones. Y lo cierto es que, a la hora de elegir, tres cuartas partes se siguen inclinando por un coche con algún tipo de motor de combustión.
La ciudadanía española claramente apuesta (hasta un 80%) por que se apoye más el desarrollo de tecnologías bajas en carbono (como los ecocombustibles, es decir, combustibles líquidos bajos en carbono), y no centrarse exclusivamente en los coches eléctricos. De hecho, sólo una minoría considera que los coches eléctricos son la única solución para reducir emisiones, y el 72% percibe que esta reducción dependerá a su vez en buena medida de dónde provenga la electricidad.
Lo que sí resulta realmente necesario es un plan de renovación acelerada del parque de vehículos, incentivando la sustitución de los vehículos más antiguos por vehículos nuevos más eficientes y con menores emisiones tanto de CO2 como de NOx y partículas, incluidos los nuevos vehículos diésel y gasolina Euro 6d. Pero los vehículos con motor de combustión van a seguir siendo necesarios, y es una realidad que no se debe ignorar.
En este sentido, queda claro que los españoles sin lugar a dudas creen en los ecocombustibles. Para las tres cuartas partes, éstos podrían ser la manera más asequible y eficiente de reducir emisiones, y nada menos que hasta el 81% optaría por este producto, asumiendo que seguirán siendo el combustible principal que proveerá de energía a los vehículos.
Por eso, no hay que caer en soluciones simples y reduccionistas. La gran mayoría de españoles cree que la mejora de la calidad del aire reside en el desarrollo de mejores motores y combustibles y no tanto en la imposición de unos vehículos u otros. El objetivo de reducción de emisiones es muy ambicioso y, para conseguirlo, es vital la implicación de nuestro sector junto con la Administración, además de otros sectores relacionados.
Alternativas tecnológicas
Por otro lado, la preocupación por las emisiones de los medios de transporte no puede focalizarse exclusivamente, como indica Marcos López-Brea (economista y doctor en Ingeniería Medioambiental), en el uso, sino que hay que tener en cuenta también qué materias primas son necesarias, cómo se extraen y qué sucede al final de su ciclo de vida. Y es que las emisiones de CO2 dependen del tipo de crudo destilado, del grado de conversión de la refinería, de la posibilidad de utilización de combustibles adicionales, como Gas Natural, de la estructura de la propia refinería, del balance vapor/electricidad, etc.
En definitiva, de la complejidad del esquema productivo.
Ahí es donde entran en juego las distintas rutas tecnológicas que nosotros promovemos para la fabricación y puesta en el mercado de ecocombustibles, los cuales tendrán las mismas características de elevada densidad energética que los combustibles actuales, pero producirán en su fabricación y en su utilización final cada vez menos emisiones de CO2.
Hay muchas medidas a adoptar desde distintos ámbitos en la lucha contra la contaminación y el cambio climático. Creemos que nuestra Estrategia para la Evolución hacia los Ecocombustibles es una valiosa aportación al debate global, porque es una estrategia que efectivamente reduce las emisiones de CO2, sin imposiciones.